A Teresa le cuesta recordar con veinticinco años, y quedan
las ganas de correr descalza por el patio otra vez, sentir las ráfagas de
viento en la cara y cerrar los ojos con la misma certeza. La sangre abandona el
piso, siente que sube por su cuerpo. A pasos se desprende de aquellas ropas,
cada gota desaparece por la nuca y no entiende por qué. Observa toda la
habitación destrozada, los moretones de sus muslos de un color azulado, van
matizando las tonalidades de a momentos, pasan al verde, al amarillo y terminan
por una piel que ya no siente suya, se vuelve ajena. Una desconocida cruzando la
lanchita de Regla, no habla su idioma, no dice hola ni adiós...
lo leí anoche, y antes de dormir, volví a leerlo. es una joyita, Eloy, un resplandor.
ResponderEliminarAgradecido Hermosa Tere!!!
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